Las horas más oscuras

Las horas más oscuras abarca un corto y dramático período de tiempo que comienza en mayo de 1940. Ante la renuncia del primer ministro conservador Neville Chamberlain, asume como primer ministro de un gobierno de coalición el también conservador Winston Churchill (Gary Oldman). Es la época en que la  Alemania nazi invade Holanda, Bélgica y Francia. Churchill debe terminar de definir la postura del Reino Unido frente a Alemania y resolver el tema de los soldados británicos desplegados en Francia ante la ofensiva nazi estableciendo un gabinete de guerra.

La película de Joe Wright, además de didáctica, es una mirada sobre los dilemas y la soledad del poder (y la soledad del Reino Unido frente a la expansión nazi),  su construcción y el manejo de la información en circunstancias extraordinarias, frente a las mezquindades y oportunismos políticos (no pude evitar relacionarlo con la actual pandemia).

Los primeros dos tercios de la película son un verdadero acierto: nos ubican claramente en el contexto histórico y político ocupándose de ambos predominantemente (las referencias a su vida privada son escasas, con algunas apariciones de una sobreactuada Kristin Scott Thomas como su esposa).

Los diálogos son filosos y la presencia del humor de cuño inglés es permanente y la sobriedad es la norma; el tono recuerda por momentos al de la serie The Crown. Desde ya que la reconstrucción de época es primorosa, hay muy buenos encuadres, la música en general acompaña bien y el ritmo, en sus diferentes tempos, no decae.

Lamentablemente en los tramos finales, parecería comenzar otra película: luego de una escena demagógica e inverosímil el tono se vuelve acaso demasiado heroico y solemne hasta el final. ¿Inevitable en un film británico sobre una de sus máximas figuras históricas?

En cuanto a las actuaciones, la gran versión de Churchill (cierto que uno más anciano) que realizara John Lithgow en The Crown constituía un antecedente difícil de superar. Pero Gary Oldman (caracterizado con bastante maquillaje) realiza una gran labor, con un protagonismo absoluto, dotando a su personaje tanto de energía y el humor mencionado antes como del abatimiento frente a los dilemas y la soledad del poder.