Hereditary o El legado del diablo
Toda buena película de terror se estructura alrededor de un buen drama familiar. Y ahí radica la fortaleza de esta película en casi todo su desarrollo, donde se describe la progresiva desintegración de una familia a partir del duelo, la eclosión de lo siniestro y lo no resuelto y la irrupción de elementos sobrenaturales.
En ese andamiaje de drama y la cocción a fuego lento de las tensiones familiares la película remite (afortunadamente) a los grandes clásicos del terror de los 60, 70 y parte de los 80, ya que lo siniestro no puede construirse y aparecer sino a partir de vínculos previos convincentemente planteados.
Contribuyen a ello las extraordinarias actuaciones de Collette y de Wolff, quien es la viva imagen de la zozobra y el sufrimiento.
Lo fantástico se va presentando en general de manera sutil, sencilla y elegante aunque hay también escenas de gran efecto reforzadas por una buena banda sonora. El terror de esta película conmueve pero no diría que cause un miedo perturbador y profundo como en varios clásicos del género o en otras más recientes como It Follows, Babadook e incluso Huye!
Pero el problema de esta notable opera prima de Ari Aster está en la naturaleza y explicación (o fundamentación) del componente fantástico, que en parte malogra lo tan pacientemente construido desde lo dramático y su verosímil y que domina con cierta precipitación los tramos finales de la película. De a ratos se siente casi como un injerto "obligado" como tributo al género o subgénero de la película. En otras palabras, el necesario núcleo sobrenatural del film no resulta convincente como culminación y explicación del mismo.
En suma, una película que funciona mucho mejor cuando los términos "drama familiar con elementos de terror" (terror psicológico) se mantienen en ese orden de prioridades que cuando vira a "película de terror sobre "..." que afecta a una familia"(terror sobrenatural).
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