Maudie

Maudie (Sally Hawkins) es una joven huérfana, aquejada de una artritis progresiva, quien, despojada por su familia (en varios sentidos), comienza a trabajar como empleada doméstica para Everett Lewis, un duro y rústico vendedorde pescado ermitaño (Ethan Hawke).

Este es el punto de partida de una particular historia de amor y de una biopic parcial de la pintora canadiense Maude Lewis, quien supo crear un estilo naïve propio acorde a sus limitaciones motoras.

Confieso que tengo problemas con las historias sobre discapacidades y enfermedades. Y aquí las hay físicas y afectivas. Considero que el recorte biográfico de la película cae en cierto miserabilismo, ya que pareciera de algún modo ensañarse con la protagonista puesto que se enfoca más en sus momentos dolorosos (maltrato machista incluido)  y de desamparo, mientras que su trascendencia como pintora y los efectos de esta trascendencia en su vida (que podrían servir como contrapeso a tanta "pálida") quedan muy desdibujados.

El balance entre empatía y compasión por la protagonista  resulta problemático en esta película (ciertos planos largos y algún regodeo que nos mueven al "pobre Maudie" no ayudan, tampoco). Justo es reconocer que también evita el cliché de la resiliencia y la "superación" ya que aquí y allá asoma por momentos cierto interesante pragmatismo del personaje. Sí está claro el remanso que significaba la pintura para Maudie: su relación con el arte está expuesta de una manera lograda.

Huelga decir que ambos actores están muy bien en sus respectivos papeles. Hollywood ama las trasnformaciones y transfiguraciones de actores y actrices, pero aquí la humanidad de ambos protagonistas se encuentra preservada. Hawkins rescata mediante muchos matices a su criatura de la caricatura y de la miseria.