Al acecho
El guardaparques Pablo Silva, luego de ser detenido en su destino anterior y con un sumario a cuestas desembarca en el Parque Pereyra Iraola (cercano a La Plata) como nuevo destino. Poco tiempo después, en una recorrida por el sector del parque cerrado al público y que fuera su sector militar descubre un perro muerto en circunstancias sospechosas.
A partir de aquí comienza una trama de suspenso que se cuece a fuego lento, con varias virtudes y algún defecto.
En primer lugar, un desafío doble para el espectador: el punto de vista es el del protagonista (vamos sabiendo tanto como él sobre lo que oculta ese parque) pero, a su vez, Silva es un personaje opaco cuyas motivaciones e intenciones son inciertas y engañosas. Un punto de vista reforzado por la dirección de Francisco D'Eufemia, siempre pegada al protagonista.
En segundo lugar, las magníficas e inquietantes locaciones: una naturaleza selvática con proliferación de instalaciones reducidas a ruinas en un estado de abandono evidente; una inmensa tierra de nadie.
Tercero: una excelente fotografía de Diego Poleri y una ominosa y fundamental banda sonora de Ariel Polenta, reminiscente de Tangerine Dream.
Cuarto: es una película con pocos diálogos (algunos no muy claros por las malas tomas de sonido) que descansa sobre todo en las imágenes y los climas que genera.
En suma, con la presencia esencial de Rodrigo de la Serna (un actor que reúne las características de actor de carácter, de cine negro y de acción) y los detalles de puesta en escena apuntados, D'Eufemia logra un eficaz y sólido film de género, combinando suspenso, policial negro, thriller y acción, con una sordidez que deja un gusto amargo.
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