Festival de la canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga


Lars Ericksson (Will Ferrell) y Sigrit Ericksdóttir (Rachel McAdams) son amigos desde la infancia, forman un dúo tecno-pop y viven en Husavik, un pequeño, pintoresco y helado pueblo costero de Islandia, donde son populares aunque algo subestimados. Lars es el autor y arreglador de las canciones y ella es la voz virtuosa del dúo. Ambos (especialemente él) sueñan con participar en el Festival de la Canción Eurovisión, tremendamente popular en Europa, festival que data de la década del 50 y que es capaz de mantener en sus hogares a cientos de millones de europeos para ver su instancia final.
Lars cuenta con la tenaz oposición de su tremendo padre Erick (Pierce Brosnan, muy bien en su papel), pescador y mujeriego, que lo denigra como artista. Pero la suave ironía en la descripcón de este entorno islandés es deliciosa e impregna y amalgama toda la primera parte del relato.

¿Cómo logrará llegar este dúo llegar a la final de Eurovisión 2020?

Este es el preludio de una comedia maravillosa (dirigida por David Dobkin), al mismo tiempo parodia y homenaje al célebre festival: Eurovisión es un festival de la canción que es pródigo en puestas en escenas rimbombantes y a veces cercanas al kitsch y que casi siempre exhibe un muy buen pop y voces privilegiadas.


Con el anacronismo de un Ferrell algo excedido en edad para representar a quien pretende ser, esta comedia de enredos y romántica (con una innegable química entre los protagonistas), ya de entrada nos prodiga un número musical que nos deja cautivados, tanto por su carácter satírico como por su despliegue y calidad musical.


Las peripecias que pasa el dúo para llegar a la final son muchas, con casualidades y deux et machina como en toda comedia, desde el comité islandés de la canción, presidido por el mismísimo protagonista de Trapped hasta los mefistofélicos manejos de un sensual y vanidoso cantante pop ruso llamado Alexander, interpretado maravillosamente por Dan Stevens (el modosito Crowley de Downton Abbey).

Se suceden chistes y situaciones muy graciosas, muy del estilo de Will Ferrell (chistes que incluyen afilados dardos políticos), pero siempre en función del relato (escrito por él y Andrew Steele). Pero, como en toda buena comedia, tendremos momentos sensibles (nunca sensibleros) con la ironía y el humor siempre viniendo al rescate cuando es necesario.

Pero sobre todo, diría yo, viendo esta película disfrutaremos de una serie de números musicales de un pop maravilloso y desenfrenado, musicalmente potente, con una producción deslumbrante, que homenajea a cantantes y grupos reales que participaron en el festival. La escena de la fiesta, es antológica, por más de una razón, y dan ganas de verla una y otra vez, así  como el apoteótico final de la película.

Will Ferrell canta, no así Rachel McAddams, que dobla a una cantante sueca.


En resumen, estamos ante un cuento de hadas,  una comedia romántica/de enredos/musical que es una verdadera fiesta, tan paródica como sensible y enamorada de ese objeto único que es el Festival Eurovisión, una película que es puro goce y que durante dos horas nos hará olvidar el terrible mundo que estamos padeciendo.





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