El maestro
Natalio (Diego Velázquez, como siempre, muy bien en su papel, de un protagonismo absoluto) es maestro en un pequeño pueblo de Salta y se proponen para la muestra anual de teatro montar El Principito.
Vive con una madre autoritaria (una lorquiana Georgina Parpagnoli) y tiene más o menos resuelta una vida gay a resguardo de las miradas del pueblo. Pero el panorama se desequilibra y cambia cuando un amigo de él, Juani (Ezequiel Tronconi) le pide "asilo" y Natalio alquila una casa donde lo aloja y pasa tiempo con él y esto se constituye en una suerte de incipiente salida del closet.
La acción de la película dirigida por Cristina Tamagnini (autora del guión) y Julián Dabien transcurre hace varios años, pero acaso podría ocurrir ahora. Podríamos decir que su trama es previsible y su tono contenido.
Pero este tono contenido, sin estridencias, sin heroísmos, es acaso la que termina tornándola más triste y elocuente.
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