La cosas que perdimos en el fuego

Las cosas que perdimos en el fuego by Mariana Enríquez
My rating: 4 of 5 stars

Curiosamente , lo que más rescato es cuando la narración se desliza bajo el registro realista. La irrupción de lo fantástico no siempre me resulta convincente y, a veces, me sabe a superflua; molesta. Y pocas veces causa realmente miedo.

Resulta más interesante cuando narra desde la subjetividad de un adulto y no tanto desde la memoria de adolescentes inestables. Seguramente influyan en este juicio mis preferencias. Pero no todos pueden tener la maestría de Cortázar para retratar adolescentes.

Puesto a elegir, destaco los siguientes cuentos:

1. El chico sucio, sobre la marginalidad en el barrio porteño de Constitución y cómo se relaciona con ella una chica de clase media.

2. Los años intoxicados, un buen repaso de los años del menemismo.

3. Pablito clavó un clavito... una semblanza de algunos casos del precoz asesino serial El Petiso Orejudo a través del relato de un guía turístico-temático de la ciudad de Buenos Aires.

4. Tela de araña, uno de mis preferidos. Una pareja joven y mal avenida va a visitar a unos familiares de ella en Corrientes y a partir de allí arranca una suerte de road movie, con incisivos diálogos y una notable descripción de los personajes.

5. El patio del vecino, otra pareja en problemas recién mudada a una casa. La esposa comienza a notar extraños sucesos en la casa del vecino. Mucha tensión y con momentos que se encuentran entre los más siniestros del libro.

6. Bajo el agua negra, sobre una fiscal que investiga el asesinato a manos de dos policías de dos píbes de un barrio a orillas del Riachuelo. Nuevamente la marginalidad en un cuento sumamente ominoso y con potentes imágenes visuales.

7. Verde, rojo anaranjado, otro de mis favoritos, sobre un depresivo que decide vivir encerrado en su habitación y la relación que sigue manteniendo con su pareja.

No comparto las loas a La casa de Adela, con su atmósfera cortazariana de Final de juego en torno a una casa "embrujada" que aparece promediando el relato y

Las cosas que perdimos en el fuego, un directo relato sobre la violencia de género, con el auge de hombres que prendían fuego a sus parejas y la curiosa respuesta militante de otras mujeres frente a esta situación. El cuento me resultó un tanto panfletario.

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