El hoyo
Un hombre aparece en una suerte de prisión vertical de muchos niveles, por donde diariamente va descendiendo una suerte de tabla con un banquete del que van comiendo los presos en cada nivel: se entiende que cada nivel va comiendo las sobras que van quedando de los niveles superiores.
Con semejante planteo, no queda más que esperar un darwinismo obvio y ramplón y el planteo de si el sistema puede ser desafiado con unas táctica "solidaria" o acaso más "cristiana".
Pero la película tampoco funciona como una alegoría del derrame neoliberal, ya que aquí las categorías sociales cambian aleatoriamente (los presos suben o bajan de nivel sin un patrón determinado) y no están cristalizadas como en el neoliberalismo real. El sistema planteado, además, desafía el verosímil en numerosas oportunidades.
Pero claro, toda película con encierro compulsivo y a veces escasa disponibilidad de víveres, despierta resonancias de la cuarentena que están más allá de las intenciones de la película.
La puesta es demasiado teatral y matizada con un previsible arsenal gore que se queda sin nafta promediando la película. Al espectador sólo le queda esperar algún tipo de resolución.
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