La trinchera infinita
No soy muy afecto a las ficciones españolas de los últimos años, pero esta película es realmente buena.
En un pueblo de Andalucía, durante 1936, los falangistas están dando caza a los republicanos, entre ellos, Higinio, un ex concejal del pueblo. Luego de una vertiginosa y fallida huida al campo, vuelve a su casa a seguir escondido en una especie de guarida bajo el piso de su casa. Luego debe permanecer escondido durante años para evitar la delación y su captura. Muchos opositores a Franco vivieron durante décadas escondidos en sus casas. Por eso se los llamó "topos".
Higinio queda pues al cuidado de su esposa Rosa, una costurera.
La película es una crónica de esa tremenda situación y de cómo esa relación va evolucionando con el tiempo. Y también es un ensayo sobre el miedo y la libertad.
A pesar de lo claustrofóbico de la situación, la película no es para nada teatral, ya que explota el punto de vista de Higinio, a lo que se suma un magistral manejo de la luz, el sonido y el fuera de campo. Por momentos, sentimos el pánico del protagonista como propio. Los tres directores de la película manejan muy bien el suspenso, la tensión y el drama a lo largo de las casi dos horas y media de la película. Por otro lado, las esperanzas del protagonista nos duelen, dadas las ironías de la Historia que nosotros conocemos pero él no. Los saltos temporales (criticados por ciertas notas) se suceden como si nada, lo que para mí es un logro coherente con lo que la película plantea.
Si bien Belén Cuesta está muy bien (aunque un tanto convencional) en el papel de Rosa, la actuación de Antonio de la Torre como Higinio es formidable y no podemos más que empatizar con él, incluidas (o acaso por) sus debilidades.
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